VENDRÉ OTRA VEZ

Pocas horas antes de ir a la cruz para dar su vida por la salvación del hombre, el Señor Jesucristo, entre otras promesas, formuló la que hace al título de este escrito: “Vendré otra vez”; tal es la terminante palabra del Señor de la Verdad, dando inmediatamente el alcance y límite de tal hecho al agregar: “… y os tomaré a mí mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Esta es una esperanza inconmovible de la fe evangélica, creída por todos los cristianos fieles a la Biblia a través de los siglos, y que sólo puede ser vivida en su expectativa por aquellos que poseen la experiencia salvadora genuina, pues dicha promesa está dirigida únicamente a los suyos, es decir, a quienes le han aceptado como Dios y Salvador, siendo por tal hecho, hijos del Padre celestial (San Juan 1:12).

Muchas evidencias están hoy manifestándose en este mundo y nos indican que muy pronto Dios cumplirá Su promesa y enviará a Jesucristo a buscar a los suyos. Al sostener esto, no hacemos otra cosa sino creer aquello que la Santa Biblia nos revela en tal sentido. No podemos mencionar los centenares de citas que se encuentran en las Sagradas Escrituras, por lo tanto nos limitaremos a algunas de ellas. En su Sermón profético dice el Señor Jesús: “. . .Vendrán muchos en mi nombre, diciendo yo soy el Cristo y a muchos engañarán. Y oiréis guerras y rumores de guerras. . . y se levantará nación contra nación y reino contra reino y habrá pestilencias y hambres y terremotos por los lugares… y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos.” (San Mateo 24:5 al 7 y 11).

Toda esta revelación conforma un cuadro grave y difícil para la humanidad, y por ende, para cada uno de los que habitamos este mundo. Estamos comprobando cómo estas cosas, entre otras, se están desarrollando y cumpliendo, conduciéndonos así a la definición que el Apóstol San Pablo declara en su segunda carta a Timoteo, capítulo 3, verso 1, diciendo: “Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos”. Peligrosos, no sólo porque bienes, salud, familia, etc. están desprovistos de toda defensa, sino porque la obra diabólica, que es lo que ha causado estas desgracias sigue sembrando la semilla maldita de incredulidad y el apartamiento de Dios y Su Palabra. Hoy podemos observar este fenómeno, que se “cree en Dios en incredulidad”, pues no se acompaña al hecho de confiar en la Persona del Eterno, con el creerle a Él, y es así que muy pocos, aún de los llamados cristianos se aperciben de la pronta y directa intervención del Creador en los asuntos de la humanidad. Sí, Dios se dispone a actuar para juicio, como lo hiciera en otras épocas; y el mismo Señor Jesús dice en otra parte de Su Sermón profético, que el tiempo de Su venida será como en los “días de Noé”, es decir días de juicio a la humanidad (el diluvio) y salvación para unos pocos (él y su familia).

En medio de este panorama desolador, cuando el hombre ya no puede controlar ni su propia impiedad, ni sus consecuencias: la violencia, el crimen, el hambre, las pestes, la contaminación, etc., etc.; mientras el engaño espiritual avanza a pasos agigantados, por cuanto millones de seres están bajo el dominio diabólico, por sus idolatrías, hechicerías, y el gran misterio de un “cristianismo incrédulo”, carente de experiencia genuina, ello conforma un mundo cada vez más lejos de los propósitos divinos. A pesar de todo, la Palabra de Cristo resuena aún, llamando a los pecadores a volverse a Dios en verdadero arrepentimiento, con la urgencia del tiempo, pues pronto volverá a buscar aquello que le pertenece. “Vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.

Hoy, cuando todo es inseguro e inestable, porque se está llevando a esta pobre humanidad a un callejón sin salida, y muchos ven como única alternativa y esperanza la instalación de un gobierno internacional fuerte, y es evidente que el mundo se está movilizando para lograr este hecho, que no será la solución esperada por cuanto carecerá de propósitos divinos y, por lo tanto, sólo dará lugar a que el Anticristo se apodere de ese gobierno, engañando a las naciones; todo ello traerá aparejado, no sólo el sufrimiento infligido por este siniestro personaje, sino también los juicios que vendrán del cielo, constituyéndose entonces, este período nefasto, en “La Gran Tribulación”, llamada así en la Biblia por las tremendas consecuencias que tendrá para todos aquellos que habiten en la tierra.

Amigo lector, en medio de la confusión reinante te invitamos a que oigas la Palabra de Cristo, que te habla a través de la verdad de las Sagradas Escrituras; Él te ofrece un doble salvamento, primeramente del juicio y condenación eterna y también de este período único que se avecina de sufrimiento terrible cual nunca ocurrió antes en la historia del mundo. Acude en arrepentimiento y fe al Señor, pues Él te dice: “el que a mí viene, no le echo fuera”, para que también se cumpla en ti la promesa que hiciera a los suyos de venir y buscarlos y sacarlos de este mundo antes del juicio de Su ira. ¿Qué harás con esta invitación que Dios te hace en este día? Acéptala y serás salvo para toda eternidad.

– Transcripto del Tratado: “Vendré otra vez” del Misionero Carlos Andenora –